domingo, diciembre 16, 2007

Como Jimaní: En la Edad de Piedra


La Presa de Taveras: En la Edad de Piedra
No es la primera vez que tragedias que pueden ser evitadas, una y otra vez, nos enlutan.
Pensé que aprenderíamos la lección de Jimaní.
Me equivoqué y por eso repito:

República Dominicana, donde existe uno de los sistemas de comunicación mas avanzados del área, donde los carros del año se ven a montón, donde la televisión por cable esta a la par con los adelantos tecnológico y donde el sistema bancario no se derrumba aunque le hagan el hoyo de Banniter ha sufrido una gran tragedia.

Quisqueya, la tierra amada de mas de 9 millones de personas, donde las mansiones millonarias, los edificios de lujos y los modernos centros comerciales se ven a granel; donde hay mas periódicos, canales televisivos y emisoras de radio, per cápita, que en muchas de las potencias económicas mundiales, esta de luto.

Nosotros, que poseemos mas “universidades” que muchos países desarrollados, mas médicos que cualquier país saludable, mas guardias que cualquier país guerrero, mas ingenieros que cualquier país industrializado, mas habitaciones para turistas que turistas que nos visitan y mas políticos que gente común, todavía vivimos en la edad de piedra.

Somos una nación donde el valor humano, donde las necesidades básicas del pueblo, donde la seguridad personal de los dominicanos “infortunados” no vale un centavo. En este sentido, nos encontramos tan atrasados que no hay referencia para compararnos.

¡En pleno siglo 21 en nuestra nación mueren decenas de ciudadanos por las inundaciones de aguaceros anunciados!

¡A estas alturas, nuestro país usa fosas comunes para enterrar cadáveres que no han sido identificados!

En la era de la comunicación, nuestro país sigue tratando a los pobres como objetos que solo toman vigencia cuando ocurre este tipo de catástrofe o cuando llegan las elecciones.

¡Que pena! ¡Que atrasados estamos!
Los valores humanos, la moral y la decencia sólo se presentan cuando la tragedia es tan grande que casi nos toca personalmente.

La Tragedia de Jimaní nos enseñó absolutamente nada.
No es la primera vez que tragedias que pueden ser evitadas, una y otra vez, nos enlutan.
No es la primera vez que la población se desborda en acciones y actos de solidaridad.
No será la primera vez en que las victimas de la ineptitud y de la indiferencia morirán en vano.

La Tragedia de Jimaní nos enseñó absolutamente nada.
Nadie hizo nada para salvar las vidas de esas decenas de dominicanos. Nadie, ni remotamente, trató de solucionar o de resolver los problemas que causaron esta tragedia. Nadie trató de educar a los dominicanos muertos que murieron por la indiferencia nuestra, los dominicanos.

Reto a los responsables de velar por el bienestar de todos los dominicanos, pobres y ricos, a que dediquen, aunque sea una reunión en sus modernas oficinas donde se busquen, o aunque sea se pretenda buscar soluciones para que esta tragedia digna del siglo 18 no vuelva a suceder.

La Tragedia de Jimaní nos enseñó absolutamente nada.
Todos somos culpables y es por eso que todos debemos prometerle a los que perdieron sus vidas que esta vez haremos algo para que nunca mas muera un dominicano por los efectos de una tormenta anunciada.
La Tragedia de Jimaní nos enseñó absolutamente nada.

Felipe Lora
13 de diciembre del 2007

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