El fin de la corrupción
El fin de la corrupción
“El pueblo toma la justicia en sus manos.”
Lleno de júbilo leí el anterior titular en varios de los principales medios de comunicación.
El cuerpo de la noticia agregaba:
En un hecho inesperado, el pueblo se lanzó a la calle y reclamó justicia.
El pueblo exigió que se enjuiciaran y encarcelaran los corruptos.
Reclamó durante cinco días, unido y con una sola voz, pero fue ignorado.
En actitud desafiante, los favoritismos, los indultos, los sobornos, el tráfico de influencia, el nepotismo, y las malversaciones continuaron.
El pueblo desilusionado volvió a las calles dispuesto a hacer justicia con sus propias manos.
Rompieron el cordón militar que rodeaba los edificios gubernamentales, las Oficinas Públicas, el Congreso y la Suprema Corte de Justicia y armados con la verdad enjuiciaron, uno por uno, los acusados.
Los aeropuertos se llenaron de corruptos que querían escapar de la justicia del pueblo.
Cientos de botes, lanchas y yolas se veían alejarse de las costas en forma apresurada.
Miles de ciudadanos abandonaron sus hogares y se ocultaron en casas de “familiares” que viven en lo que queda del campo.
Los indultados se entregaban a la justicia o se escapaban por la frontera vestidos de mujer o de hombre…
Y luego vino la calma, la cual, como una lluvia torrencial, empapó toda la nación.
Y se hizo la luz, cuando las caras radiantes del pueblo en júbilo, iluminaron el futuro de la nación.
Había comenzado una nueva etapa. Una república sin corrupción.
Y desperté.
Era la Navidad del 2008 y el pueblo continuaba infectado de corrupción; esa enfermedad mortal que ataca las naciones subdesarrolladas. Sin embargo el pueblo no se quejaba, no protestaba, ni siquiera exigía.
Y llovieron los indultos, los descargos y las barrabasadas de la Suprema Corte de Justicia y el pueblo ni siquiera lo notó.
Estaba anestesiado.
Lo anestesiaron con una dosis de paseos gratis en el metro, con repartos de comida, con distribución de juguetes y hasta con cena en barrio pobre.
Era la Navidad del 2008 y lo único que pude hacer fue desearle…
¡Feliz Navidad!
Felipe Lora
25 de Diciembre de 2008
Día de la Navidad